miércoles, 20 de diciembre de 2023

De espadas y manos

 En una composición de Juan Fernández de Heredia1 se hace mención a una espada de una mano, que por ser su dueño de muy baja estatura, se podría considerar de dos manos.

A una espada del Almirante de Castilla2 que le traía un paje.


Prima espada hizo, por Dios, un maestro valenciano,
para el paje es de una mano,
para su señor de dos.
Pensando no hacer nada
nunca hombre hizo tal,
en cuchilla de puñal
puso guarnición de espada.

Edición de Rafael Ferreres.

Fernández de Heredia, Juan. Obras.3 Clásicos castellanos. Madrid: Espasa Calpe, 1975. 2ª edición. p.204


Valencia c.1480-Valencia 1549. Poeta y cortesano valenciano.

Don Fadrique Enríquez de Cabrera. De muy baja estatura, estuvo relacionado con diversos poetas que le dedicaron algunas poesías.

La primera edición se publico póstumamente en Valencia en 1562.

martes, 5 de diciembre de 2023

Quevedo y los alfanjes

 Es conocida la animosidad entre Pacheco de Narváez y Quevedo, sin embargo en un punto sobre esgrima estaban de acuerdo. 

Pacheco en Grandezas de la espada (Madrid, 1600) tiene un capítulo sobre las formas de combatir contra los turcos, en el que muestra diversas técnicas para contrarrestar el ataque con los alfanjes, arma curva característica de los pueblos orientales.

Y digo que si las armas son las que ofenden y defienden, se podría considerar particularmente la ventaja que la espada lleva en largura al alfanje, y no solo en la largura, pero en el modo de herir conocerían a cuanto más están obligados, pues de ser la espada en su cantidad casi la cuarta parte más que el alfanje, tienen más heridas y partes por donde herir porque tiene las tres heridas principales de tajo, revés y estocada, y después de estas, las que se convierten de tajo en revés, de revés en tajo, y de cualquier de estos en estocada, y de la estocada en tajo y revés, cuando por un lado de la circunferencia, cuando por el otro, y por cualquiera de las líneas que forman los ángulos rectilíneos, de que ya avisamos, y por otras partes que se avisará, cuándo acercando el cuerpo y cuándo apartándolo según que conviene.

Grandezas de la espada. Cuarta parte. f.233v. Madrid: Herederos de Juan Íñiguez de Lequerica, 1600.

Quevedo en La fortuna con seso y la hora de todos (Zaragoza, 1650) trae un párrafo en el que un morisco presenta al Gran Sultán diversos remedios para vencer a los españoles:

Lo tercero, que para el mejor uso del rompimiento en las batallas, se dejen los alfanjes corvos por las espadas de los españoles, pues son en la ocasión para la defensa y la ofensa más hábiles, ahorrando con las estocadas grandes rodeos de los movimientos circulares, por lo cual, llegando a las manos con los españoles que siempre han usado mucho mejor que todas las naciones esta destreza, hemos padecido grandes estragos, y son las espadas mucho más descansadas al pulso y a la cinta.

Obras completas en prosa de Francisco de Quevedo. vol. I, tomo II, Cap. XXV, p.737 (Edición de Lía Schwartz). Madrid: Ed. Castalia, 2003 

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