Entre Pacheco de Narváez y Quevedo existió una animadversión que ha quedado reflejada en la obra del autor del Buscón y en el testimonio de posteriores críticos y comentadores de su obra, quizá el predominio de los partidarios de Quevedo entre estos últimos haya llevado a un cierto menoscabo de Pacheco, a pesar del reconocimiento por parte de sus contemporáneos y haber sido incluido como autoridad en el diccionario de la Real Academia Española.
Entre otros frutos de esta polémica tenemos el conocido incidente de la casa del Presidente de Castilla que transcribo a continuación:
Hallose don Francisco en un concurso de los mayores Señores de la Corte en casa del Presidente de Castilla, donde se arguyó sobre las Cien Conclusiones de la Destreza de la Armas que sacó don Luis Pacheco de Narváez, Maestro que fue del Rey nuestro Señor en esta profesión, y mayor en los reinos de España; y después de haber discurrido algunos , e impugnado las conclusiones, salió don Francisco contradiciendo la que en un genero de acometimiento decía no haber reparo, ni defensa; y para la prueba, convidó al Maestro a que tomase con él la espada; el cual, aunque los rehusaba, alegando que la academia se había juntado para pelear con la razón, y no con la espada, obligaronle sin embargo los Señores a salir con ella , y al primer encuentro le dio don Francisco en la cabeza, derribandole el sombrero. Retirose el Narváez algo enojado del suceso; y don Francisco, para sazonar la fiesta dijo: "Probó muy bien el señor D Luis Pacheco la verdad de su conclusión, que a haber reparo en este acometimiento no le pegara yo" (Tarsia p.59-60)
Se supone que Este episodio tuvo lugar en 1608, aunque en un reciente artículo Alberto Bomprezzi rebate fundadamente todo el lance.
Posteriormente en 1630 Pacheco en un Memorial denuncia a la Inquisición diversas obras de Quevedo (Jauralde Pou p.583), en 1635 sale el Tribunal de la justa venganza, en cuya redacción también parece que interviene Pacheco y por fin en Peregrinos discursos arremete contra la obra de Quevedo.
La anécdota, dicho rudamente, es falsa. Su autor Tarsia inventa en su texto todo lo que necesita para crear un Quevedo ideal - al que ni siquiera conoció - y hay pruebas de ello. Y sobretodo si hubiera ocurrido ¿como es posible que ni siquiera Quevedo jamás la mencionara? Nunca nadie ni en su tiempo ni mucho después hasta Fernandez Guerra que por exceso de amor a Quevedo quiere creer algo que no paso.
ResponderEliminarLa verdad es que aunque la única fuente de este episodio es Tarsia, ha sido reproducido por los sucesivos biografos de Quevedo sin preocuparse mucho de su autenticidad. Espero para pronto ese artículo tuyo aclarando todo este embrollo.
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